Otra vez estaba listo para agarrar la pluma (metafóricamente) ya que eso es cosa del pasado, y emprendía la fascinante labor de criticar el sistema de transporte público, en concreto los camiones o dígase coloquialmente “peseros” que deambulan por la ciudad. Sin embargo y a expensas de la inspiración que llegue en unas cuantas horas para escribir sobre dicho tema, al momento recordé que hablar de las redes sociales, era ya desde hace tiempo una espinita que yacía clavada en mi ser, mimetizada por mi todavía alienación al dichoso “cara-libro” que ha dejado de ser únicamente medio de comunicación como tal, para postrarse como lo que su nombre dicta; un “cara-libro”,“libro con muchas caras”o tan sólo, ¿doblecara?
Todo en alusión a los chismes, a las inseguridades, a las necesidades incomprendidas de la expresión humana, al fascinante mundo del voyeurismo, del exhibicionismo público, de la confusión entre conocidos y amistades, una competencia infatigable por cubrir la distancia con efímeros mensajes intrascendentes en dónde no nos llaman, de cambiar por completo la cosmogonía a través de fotografías en su mayoría artificiales que ya no representan momentos, sino posé, la intención de transmitir una realidad particular, de transmitir una cercanía inexistente o inclusive popularidades que sólo yacen en expectativas de la mente…
Más que un canal de interacción comunicativa cuya intención es directamente proporcional a las palabras que se emiten, esta fascinación por enterarse de la vida de quien inclusive no nos compete y/o importa, es sólo la efigie de que aquellos tiempos del chismógrafo no sólo no han pasado de moda, sino que han escalado generaciones, pues a todos irremediablemente nos pueden enjuiciar de “curiosos”.
La necesidad de expresar a través del “avatar” lo que no somos, y así hacerlo creer a otros, sólo hace cortesana cabida a una mentira consabida, a dialogar entre diplomáticas falacias y así cubrir las inseguridades del otro y el otro las nuestras…
Quien me lea sabrá que caigo en totalmente cierta incongruencia pues sería estúpido pretender lo contrario, yo he sido intencionadamente víctima de esto que ahora escribo. De chatear con gente por facilidad de interacción más que por verdadero gusto al tener la respuesta de cualquiera a un par de dedazos incluyendo el Enter.
Más allá de que el uso de una red social no sea homogéneo y exista quien verdaderamente no caiga en lo que denomino “exacerbamiento del ser gregario”, es lógico abrir ahora mismo el denominado Facebook y así a través de la página de Inicio de Noticias ver postulados sin destinatario, la imperiosa necesidad de prestar atención, de compartir un gusto personal para buscar la aceptación del otro, ¿De quién? De quien sea… y es ahí donde radica mi cuestionamiento.
Si bien es cierto que todo lo he analizado en las líneas anteriores, es un factor preponderante no sólo en redes sociales sino en la vida diaria de cualquier ente que se haga etiquetar de homo sapiens sapiens en este mundo postmoderno; es vital considerar que el uso de las redes sociales ha demostrado que la preocupación no radica en ser entendido por alguien en particular sino por una mayoría y técnicamente quien sea…
Este distanciamiento se muestra en ejemplos claros como “Hoy tengo día libre, quien se lanza conmigo por unas chelas”, este paradigma, supongo habitual en sus walls estimados lectores, es en realidad una llamada a quien sea, dónde sea y como sea… Una necesidad trunca de no saber a quién buscar sino sólo encontrar. Prácticamente se convierte Facebook en un burdel de necesidades, en un wall-street de compra y venta de inseguridades.
¿Qué tal las presunciones? “Estoy en tal lugar, a punto de salir a… o aún mejor, presumir frases ajenas, dónde he de admitir es un gusto personal que de vez en vez me doy para compartir mi estado de humor…nuevamente a ¿Quién sea?
El dar a conocer qué hacemos y dónde andamos cada cinco minutos, ¿Será necesario? ¿Qué resta de la privacidad o de la sorpresa en pláticas “en vivo” y en persona cuando ya se han hecho en el cybermundo?
Volviendo a su utilidad ortodoxa, facebook es útil masivamente, en la edificación de eventos, fiestas y reuniones, pero de manera individual… ¿Realmente necesitamos un micrófono facebookero y así explayar nuestras inquietudes, necesidades, miedos y supuestas amistades?
¿Hemos perdido privacidad o es más bien un artilugio psicológico de emitir a través de una pantalla lo que no podemos en vida real? Y entonces , ¿Este fenómeno en contraparte se vuelve una expresión más sincera pero sin destinatario? ¿Será entonces facebook un oasis de expresión en un mundo cohibido por “el qué dirán”? ¿Sólo así bajo ese caudal se recata algo de la verdadera esencia del ser contemporáneo?
Lo cierto es que me parece que el “fenómeno Facebook” rebasa por mucho su utilidad como medio de comunicación y devela una apremiante conducta humana condicionada por el llamado “exacerbamiento gregario”, el alejamiento de la realidad táctil, del distanciamiento de una vida fuera de pantalla, de la pérdida de las amistades verdaderas y la creación de imaginarios, que como toda mentira, al repetirse en reiteradas ocasiones podrían volverse realidad…
Sólo analizo, sólo cuestiono, no sé si seré capaz de dimitir yo mismo como usuario y sobre todo no sé si seré capaz una vez fuera (si lo logro), poder interactuar con un mundo que ha decidido respaldar su esencia a través de un libro que muestra una cara que quizás no sea la que buscamos. Más allá de ello, el efecto innegable es el alejamiento de lo cercano y el supuesto acercamiento con lo lejano.
Ahora disculpe usted estimado lector que haya utilizado el mismo medio que satanizo, pero en esta ocasión es evidente que busco ser leído por una mayoría que en su cuantitativa forma busca como en facebook ser leído… por cualquiera.
1 comentarios:
Me parece bastante acertado tu cuestionamiento acerca de Facebook, el cual se ha convertido en el padre de todas estas redes sociales que construyen imaginarios personales y colectivos. En verdad, hay acciones "facebookeras" a las cuales no les encuentro sentido alguno.
Yo pregunto (y aclaro, he caído en esto): ¿Por qué hacemos públicas nuestras conversaciones en el "wall" de Facebook? ¿Cuál es la necesidad de que otras personas se enteren de lo que le tenemos que decir a alguien más? Como por ejemplo, a los lugares que asistiremos o asistimos, lo bien que nos la pasamos en algún evento, "te extraño", "te quiero", etc.
Claro que cada quien le da un uso diferente, pero lo feo es que, a mi parecer, hoy en día nos vemos obligados (hasta cierto punto) a pertenecer a dicha red ¡Estamos atados!
¿Te atreverías a cerrar tu cuenta de Facebook?
Publicar un comentario